A Rebeca le gusta cuidar su alimentación pero sin aburrirse ni hacer sacrificios absurdos... Ha sido empezar a llegar el buen tiempo y plantearse cómo podría incluir en su dieta riquísimos helados que no "le pesen", así que voy a compartir con su permiso las ideas que me ha hecho llegar para que les dé mi visto bueno...
Cuidarse no debe ser de ninguna forma sinónimo de sacrificio, lucha ni privaciones... Debe ser un estilo de vida en el que cada uno elijamos aquellas opciones saludables que se adecuen más a nuestros gustos y necesidades. A mí me pueden decir que es buenísimo correr unos km cada mañana, y no seré yo quien lo niegue, pero soy incapaz de hacerlo porque me supondría un sacrificio diario con el que no podría convivir. En cambio, sí me apunto a largos paseos, clases de baile o unos kilómetros en la bici elíptica con mi música favorita a todo volumen... Todo es cuestión de elegir lo que nos guste y mejor se adapte a nosotros... ¡las posibilidades son infinitas!
Lo mismo ocurre con la alimentación, y por eso en mi consulta intento siempre que las dietas sean totalmente personalizadas. Un buen plan nutricional debe tener en cuenta, además del problema que quiera mejorar la persona que ha acudido a nosotros, sus gustos, horarios, necesidades y estilo de vida. Sólo así podrá incorporar nuevos hábitos de nutrición saludables sin que su vida diaria sufra trastornos indeseados; únicamente tendrá que poner de su parte un poco de fuerza de voluntad para hacer realidad los cambios positivos que le propongamos. Los resultados que se van observando y la satisfacción de estar disfrutando del proceso harán el resto. Todo esto ya lo ha aprendido Rebeca, y por eso quiere compartir con nosotros una forma ligera de disfrutar de los helados ahora que se acerca la estación estival y es cuando más preocupados estamos (aunque ya vimos que no debería ser así...) de no excedernos con las calorías. Vamos a ver qué nos propone...
Granizados de frutas
Es la opción más ligera de todas, además de fácil, rápida y deliciosa. Se trata de congelar nuestra fruta preferida en trozos pequeños y luego batirla junto a unas gotas de limón, hielo y edulcorante al gusto. Si no tienes una batidora de vaso capaz de triturar hielo, puedes batir la fruta con el limón y un poco de agua. A continuación la metes en el congelador y vas removiendo cada media hora, para que no se solidifique del todo, hasta alcanzar la consistencia deseada.
Si lo prefieres, congela la mezcla en los moldes adecuados y obtendrás los refrescantes e hidratantes polos de toda la vida. No añadas demasiado agua o hielo si la fruta ya la contiene, como en el caso de la naranja, la sandía o el melón.
Sorbetes de frutas
Si a los granizados anteriores les añadimos claras a punto de nieve, alcanzarán una textura más similar a la del helado, pero es una opción mucho más ligera a la que sólo hemos incorporado las proteínas del huevo.
Pruébalo con tus frutas favoritas y verás cómo te encanta el resultado. Una forma original de servirlo es dentro de la propia fruta que has utilizado (limones a la mitad como recipientes individuales, medio melón como improvisado bol para llevar a la mesa, ...). No te esmeres con los detalles sólo si tienes invitados...¡tú también lo mereces!
Helados de yogur y frutas
Si partimos igual que antes de congelar la fruta y la batimos con yogur desnatado en lugar de hielo, tendremos un helado muy sano y ligero. Antes de añadir edulcorante, fíjate si el yogur ya lo llevaba y, si quieres dar más potencia, elige yogures con el sabor de la fruta protagonista o inventa tus propias combinaciones de sabores. A mí personalmente me encanta el de frutos del bosque con yogur natural. En muchos supermercados encontramos ya congelados distintos frutos rojos (fresas, frambuesas, arándanos,...), por lo que es un postre que podemos preparar en unos minutos y queda espectacular presentándolo con algunas frutas sin triturar por encima o incluso unos frutos secos.
Helados cremosos
Estos son algo más calóricos porque llevan un poco de harina de maíz para conseguir la textura cremosa y a veces yemas de huevo. De todas formas son mucho más ligeros que los helados tradicionales porque sustituimos la leche entera por desnatada, el azúcar por edulcorante y renunciamos a añadirle grasas en forma de mantequilla o similares. Vamos a ver dos ejemplos: helado de chocolate y helado mantecado.
El helado de chocolate queda muy rico con cacao en polvo sin azúcar disuelto en leche que espesaremos hirviéndola con una cucharadita de harina de maíz (cantidad para medio litro de leche). Dejamos enfriar, añadimos edulcorante al gusto y ,por último, para acabar de darle la textura de helado, las claras a punto de nieve. Si no tienes heladera, llévalo al congelador y remueve cada hora para que no se formen cristales de hielo y quede más cremoso. Unos trocitos de nueces, almendras o avellanas por encima lo mejorarán tanto estética como nutricionalmente.
El helado mantecado es también muy fácil de hacer: hervimos medio litro de leche con canela y cáscara de limón, añadimos dos yemas, espesamos con una cucharadita de harina de maíz, edulcoramos y, tras enfriar, incorporamos las claras a punto de nieve antes de meter al congelador. Sácalo media hora antes de consumir para que tenga la textura perfecta y, si quieres hacerlo aún más especial, ralla por encima un poquito de chocolate negro.
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