Según cuenta la leyenda, el té nació hace más de 4.700 años. Se dice que el emperador Shên-Numgs pidió una taza de agua caliente mientras descansaba a la sombra de una árbol de té, una leve brisa se levantó y cayeron unas hojas en su taza,...
En la actualidad, el té es la segunda bebida más consumida en el mundo, sólo por detrás del agua... En Occidente sobretodo en saquitos, en hebras en Oriente, como refresco en Estados Unidos,... Aunque hay muchos tipos de té, todos proceden de brotes y hojas de la misma especie vegetal.
Su clasificación se realiza principalmente por la coloración de la infusión, que es consecuencia del grado de fermentación que se le ha dado a la hoja. Así, tenemos los tés sin fermentar (té blanco y té verde) y los fermentados (té rojo, té azul y té negro). También influirá la región, la forma y época de cultivo, y los métodos de fermentación.
La composición de las infusiones (y, por tanto, sus propiedades) variará según el tipo de té. En general, presentan cafeína (2-4% según el tipo de té), polifenoles (entre el 12% del té negro y el 22% del té verde), taninos (son los que más tardan en infusionar, por lo que si buscamos su acci´`on astringente es aconsejable mantener la infusión durante 10 minutos), derivados fluorados que protegen la estructura de los dientes, calcio, fósforo, hierro, vitaminas (A, C, B1, B2), etc.
Al té se le atribuyen muchas propiedades. La cafeína le confiere propiedades diuréticas y estimulantes. Los polifenoles aportan un efecto antioxidante y antimutagénico (algunas de sus catequinas inhiben una enzima relacionada con la proliferación tumoral). El té disminuye el colesterol total, los triglicéridos y mejora el cociente LDL/HDL. Incrementa la actividad de la insulina (propiedad que no se modifica al añadir limón o leche a la infusión).
Pese a todas estas propiedades, deberán controlar su consumo personas hiperexcitables, en tratamiento con anticoagulantes o con déficit de hierro (el té inhibe su absorción).
Daniel De Maria
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